
Hoy martes da comienzo el Cónclave para la elección del nuevo sucesor de Pedro. Desde el Vaticano se apunta a que la intención desde la Santa Sede es que el nuevo Papa llegue a tiempo para oficiar la Eucaristía del Domingo de Ramos, que se celebra el domingo día 24, y posteriormente las distintas celebraciones litúrgicas de la Semana Santa. Igualmente se pretende que los cardenales asistentes tengan tiempo de volver a sus diócesis para vivir con sus feligreses este significativo momento del calendario católico.
La jornada de hoy para los cardenales comenzara a partir de las 7.00 horas cuando comiencen a trasladarse a la residencia Santa Marta. Posteriormente se reunirá el Sacro Colegio en la Basílica de San Pedro para celebrar la Misa Pro Eligendo Pontifice, que será a las 10.00 horas en la Basílica de San Pedro, concelebrada por todos los cardenales y presidida por el decano del colegio cardenalicio Angelo Sodano. Tras la misa y en la tarde de este primer día del Cónclave, a las 16.30 tendrá lugar la solemne ceremonia de entrada en el cónclave y el posterior juramento de los cardenales electores a las 16.45 horas. La procesión arranca de la capilla Paolina para llegar a la capilla Sixtina, desde el siglo XVI sede propia del Cónclave. De dos en dos, los cardenales caminan por riguroso orden de precedencia, a tenor de los tres órdenes del colegio cardenalicio, obispos, presbíteros y diáconos.
Concluida la procesión, con todos los cardenales electores en el interior de la capilla Sixtina, sonará el "Extra omnes" (todos fuera) pronunciado por el maestro de ceremonias pontificias, monseñor Giudo Marini, justo antes de cerrar las puertas de la Capilla Sixtina para dejar en completa soledad a los 115 cardenales encargados de elegir al nuevo Papa. Tras unas oraciones comienza propiamente el cónclave. Durante los días en los que se celebre el cónclave el horario de los cardenales será el siguiente: 6.30-7.30, desayuno; 7.45, traslado al palacio apostólico; 8.15, concelebración de la Misa en la Capilla Paulina como cada mañana; 9.30, en la Capilla Sixtina rezan media hora y llevan a cabo las votaciones de la mañana, hasta que a las 12.30 regresan a Santa Marta; a las 16.00, se trasladan nuevamente a la Capilla Sixtina; a las 17.50, concluyen las votaciones de la tarde; y a las 19.15, el rezo de las vísperas.
El proceso de votación.
Los miembros de la asamblea participantes se encerrarán con llave por dentro y por fuera. Sólo así, de esta manera, puede comenzar la elección del Soberano Pontífice. Ya en el interior, la asamblea leerá los textos constitucionales que regirán la elección del Papa en la Capilla Sixtina, momento en el que los cardenales tendrán que renovar su juramento. Con todo ello, se procederá a realizar los escrutinios. Cada cardenal escribe en su boletín de voto el nombre por el que se ha decidido, esmerándose en disimular la letra para que al contar los sufragios no se pueda descubrir su procedencia. El voto se deposita en un cáliz. Tras el voto de todos los cardenales se comienza entonces el recuento de los mismos mientras se depositan en otro cáliz.
Tras la celebración de cada votación, los cardenales tienen la obligación de comunicar al exterior el resultado de la misma. Durante los días que dura el Cónclave, los ojos del mundo, a través de las televisiones, estarán pendientes de la pequeña chimenea que sobresale por encima de tejado de la capilla Sixtina. Quizás la chimenea represente la tradicional forma de elegir un nuevo Papa. En una sociedad donde las redes sociales y en instantánea conexión, el mundo retrocede a la Edad de Piedra, para volver a la comunicación por medio de señales de humo. Quizás sea el contrapunto perfecto de lo nuevo y lo viejo que tan bien sabe casar la Iglesia.
El humo que sale por la chimenea puede ser blanco o negro. Sale de la destrucción de las papeletas en las que los cardenales electores han escrito sus votos, que son quemadas junto a paja. Si la paja y las papeletas se queman secas, el color que saldrá al exterior será blanco, señal inequívoca del “Habemus Papam”. Si se queman humedecidas, el color será negro y los cardenales deberán seguir votando. Al respecto de las fumatas, en caso de ser negras se esperan entorno a las 12.00 horas de la mañana y en torno las 19.00 horas tras las dos votaciones de la tarde. Pero si la fumata es blanca, podrá esperarse en torno las 10.30-11.00 horas en las votaciones de la mañana y en torno 17.30-18.00 por la tarde.
En la primera sesión de votaciones de hoy, solo hay una votación durante la tarde, en el resto de las sesiones de los siguientes días hay dos votaciones a las 12 horas o a las 19 horas. Tras los tres primeros días de votaciones y en caso de no llegar a un sucesor de Pedro, el cuarto día los cardenales tendrían una jornada de retiro y de reflexión, y así hasta el escrutinio treinta y tres, en el que las votaciones tendrían como únicos candidatos a los dos cardenales más votados y se alcanzará la elección mediante también la mayoría cualificada de los dos tercios de los votos.
El nombramiento del nuevo Papa
Una vez conseguida la mayoría establecida para ser candidato, y se ha establecido con certeza el hecho de la elección canónica, el decano del Sacro Colegio pregunta al recién elegido si quiere aceptar el nombramiento de Sumo Pontífice. En caso de que algún cardenal se negase a asumir el cargo no se le puede obligar a aceptarlo. Si el electo manifiesta su conformidad, adquiere instantáneamente la jurisdicción sobre la Iglesia Universal. Entonces se le pregunta el nombre de gobierno que desea llevar. Mientras tanto, la Plaza de San Pedro se habrá llenado ya de cientos de miles de personas a la espera de que el cardenal prodiácono, el francés Jean-Louis Tauran, salga al balcón central de la basílica vaticana para anunciar a Roma y al el mundo entero el nombre del nuevo Papa.
Desde la aparición de la fumata blanca hasta el anuncio de la elección pasarán alrededor de 40 minutos. Con la expresión en latín “Habemus Papam”, se anuncia que se ha proclamado un nuevo Papa. Será el momento de la salida del nuevo Papa al balcón Vaticano, desde donde saludará e impartirá la bendición entre los presentes. Una vez de vuelta al interior del Palacio Vaticano, el Cónclave propiamente ha terminado ya. El nuevo Papa y los cardenales vuelven a la Capilla Sixtina y se procede a la clausura del Cónclave, normalmente tras una eucaristía en la capilla sixtina, presidida por el nuevo Pontífice. Con su proclamación, el nuevo Papa lleva aparejados, entre otros títulos, el de Sumo Pontífice, Pastor Supremo de la Iglesia Católica, o el de Jefe del Estado Vaticano.